Cala del Moral
La arqueología nos ofrece datos acerca de la presencia humana continuada en el término municipal de Rincón de la Victoria/Cala del Moral, a lo largo de las diferentes culturas y sociedades, como corresponde a un territorio que reúne agua dulce, protección en cuevas y cerros, tierra fértil, recursos marinos y vías de comunicación entre el este y el oeste, y hacia el interior.
El poblamiento más antiguo del término municipal es un asentamiento fenicio del siglo VII a.C. en la vertiente sur de La Loma de Torre de Benagalbón, que se mantuvo hasta época romana, desplazándose al llano, donde se conservan los restos de una villa romana marítima del siglo III y que en breve será el Museo Villa Antiopa.
La mayor intensidad de restos de poblamiento humano se concentran en el cruce de las vías de comunicación litoral y del interior, cuyo control permitía el cerro del Castillón, que en su cima mantiene aún el recinto murado del castillo de época musulmana, y en su interior se identificaron restos cerámicos prerromanos.
La seguridad revitaliza el tráfico comercial por la carretera de la costa, favoreciendo el asentamiento de pescadores levantinos entre el farallón rocoso de El Cantal y el promontorio de las Pedrizas. En el rincón bajo la propiedad de los frailes Mínimos que cuidaban del Santuario de la Victoria de Málaga, convertido en Hospital Militar en el siglo XIX, se desplazan a la antigua Bezmiliana, donde desde finales del siglo XV tenían casa y viñedos, para construir un edificio vinculado a ellos; de ahí, muy posiblemente, procede el nombre Rincón de la Victoria, ya que es la advocación asociada a esta orden.
Otro de los núcleos, la Cala del Moral, debe su nombre a la presencia de numerosas moreras durante el periodo andalusí, vinculadas a la producción de la seda.
A lo largo del siglo XIX proliferan los huertos, y cobra gran auge el tráfico para abastecer a Málaga de verduras y pescado, y para dar salida a los cultivos tradicionales de higos y pasas del interior.
La llegada del ferrocarril en 1908 dinamizó aún más la zona de la costa, algo que favoreció, entre otras cosas, las condiciones que provocaron, en 1950, el cambio de nombre del municipio y su capitalidad, pasando de Benagalbón a Rincón de la Victoria.